El torneo 1923 - 1924 se convertiría en uno de los torneos más disputados hasta esa fecha.
El público se enteraba con gran algarabía que nueve equipos habían presentado su inscripción para participar y esta vez, los directivos de la liga no se meterían en proiblemas y las aceptarían todas.
A los tradicionales España, América, Asturias, México y Germania, se les unirían el Necaxa, equipo que nacía de la fusión del Tranvias y el Luz y Fuerza, el Son-Sin, equipo que realmente solo cambiaba de nombre de Guerra y Marina a su nueva denominación.
El Reforma realizaba un regreso nostálgico, reuniendo a sus antiguas grandes estrellas en un intento por reverdecer laureles y como un nuevo integrante se encontraba el Aurrerá.
Las apuestas se centraban a favor del Asturias, flamante campeón y por supuesto del siempre presente España. Aún así, el público comenzaba a cobijar al América, equipo cuyos integrantes cada vez se entendían mejor y que con el correr de los torneos, iba logrando una mayor madurez.
Basados en un equipo experimentado, el España comenzó a sacar puntos en todos sus encuentros. Ya no era el futbol lleno de garra y entusiasmo. Los realistas habían comenzado a utilizar la colocación y astucia que solo se logra con el correr del tiempo.
Hacia el final del torneo, España y el sorprendente América se habían lanzado en una carrera por el título que solo pudo soportar el Asturias. En las dos últimas semanas, Asturias tropezaba dolorosamente, dejando en manos de sus rivales la definición del título.
Se llegó la última jornada y tanto España como América terminaban empatados en puntos, lo que obligaría a un encuentro de desempate para definir al campeón.
El 27 de julio de 1924, comenzaría a forjarse una gran leyenda de nuestro futbol. El público se entregó al juvenil cuadro americanista, esperanzados en que esos vigorosos jóvenes mexicanos lograran terminar con la odiosa hegemonía de los equipos españoles.
El encuentro se disputó con verdadero fragor. Uno y otro utilizaron sus mejores armas y con el correr del encuentro España comenzó a imponer condiciones. España anota y enfría los ánimos. Un segundo gol parece lapidario. Son los hispanos quienes controlan el juego y el América parece no tener argumentos para emparejar el marcador.
Hacia los minutos finales, el América se acerca en el marcador y el parque se convierte en un hervidero. Una y otra vez los cremas atacan la puerta del España pero la experiencia y el colmillo hacen su aparición.
Al escucharse el silbatazo final, los jugadores del España corren a abrazarse. Son los campeones y seguramente ellos mismos estaban concientes que con este título cerraban una época. Tendrían que renovar su equipo y el costo a pagar solo se conocería con el tiempo.
Por su parte, los jóvenes americanistas lloraban de impotencia al sentir que la corona se les había escapado de las manos.
Las grandes leyendas y los héroes se forjan ante la adversidad y el América se encontraría muy pronto conque esa derrota no era mas que la última lección que sus jugadores necesitaban antes de convertirse en el mejor equipo de México en su tiempo. Pero esa será otra historia.