El Primer Mundial
Al anunciarse oficialmente la realizaciòn del Primer Campeonato Mundial de Futbol en Uruguay, el cometè organizador enviò invitaciones a todas las federaciones registradas en FIFA.
Nèxico de inmediato aceptò la invitaciòn y dispuso preparar un representativo nacional a conciencia, buscando evitar un desastre como el ocurrido en Amsterdam en 1928.
Una vez terminado el campeonato 1929 - 1930 a mediados de mayo, fueron citados poco ams de treinya jugadores para ser observados y sometidos a duros entrenamientos en la cancha del Parque Necaxa, el cual se encontraba aùn en construcciòn.
Se nombrò entrenador a Juan Luquè de Serrallonga, ex jugador andaluz (excelente portero por cierto) y quien habìa realizado interesantes trabajos tanto con el España como con el Germania. Su caracterìstica mano dura y su conocimiento del futbol europeo ademàs, le daban una ventaja sobre cualquier otro estratega.
El perìodo de entrenamiento fuè realmente exhaustivo. Los jugadores dormìan en las instalaciones donde entrenaban, levantàndose a entrenar a las 5 de la mañana, pasando a desayunar dos horas mas tarde para que asistieran a sus trabajos. Por als tardes, debìan regresar para entrenar de nuevo, recibir charlas tècnicas y acostarse antes de las nueve de la noche.
La salida se programò para el 3 de junio y hasta una semana antes de partir se anunciò al Lic. Ernesto Sota, ya retirado como futbolista, jefe de la delegaciòn. Gaspar Vallejo serìa el àrbitro mexicano en el mundial y, despues del desayuno se anunciò quienes viajaban.
La selecciòn estaba conformada por jugadores de equipos no españoles y en un acto de caballerosidad, el Asturias organizò un encuentro contra la flamante selecciòn para recaudar fondos para los jugadores que asistirìan al mundial.
El pùblico se mostraba muy metido en el futbol, como nunca se habìa visto en Mèxico. La noticia de la llegada de un delantero peruano al Necaxa causò mas espectaciòn. Julio Lores, fino jugador con un talento para colocar balones en los lugares màs difìiles xomwnzarìa su andar en los campos aztecas.
El Amèrica comenzaba una timida renovaciòn de su plantel, contando ahora con Jorge Sota, hermano del goleador Ernesto, quien desde un principio demostrò que eso de hacer goles, era de familia.
Al anunciarse oficialmente la realizaciòn del Primer Campeonato Mundial de Futbol en Uruguay, el cometè organizador enviò invitaciones a todas las federaciones registradas en FIFA.
Nèxico de inmediato aceptò la invitaciòn y dispuso preparar un representativo nacional a conciencia, buscando evitar un desastre como el ocurrido en Amsterdam en 1928.
Una vez terminado el campeonato 1929 - 1930 a mediados de mayo, fueron citados poco ams de treinya jugadores para ser observados y sometidos a duros entrenamientos en la cancha del Parque Necaxa, el cual se encontraba aùn en construcciòn.
Se nombrò entrenador a Juan Luquè de Serrallonga, ex jugador andaluz (excelente portero por cierto) y quien habìa realizado interesantes trabajos tanto con el España como con el Germania. Su caracterìstica mano dura y su conocimiento del futbol europeo ademàs, le daban una ventaja sobre cualquier otro estratega.
El perìodo de entrenamiento fuè realmente exhaustivo. Los jugadores dormìan en las instalaciones donde entrenaban, levantàndose a entrenar a las 5 de la mañana, pasando a desayunar dos horas mas tarde para que asistieran a sus trabajos. Por als tardes, debìan regresar para entrenar de nuevo, recibir charlas tècnicas y acostarse antes de las nueve de la noche.
La salida se programò para el 3 de junio y hasta una semana antes de partir se anunciò al Lic. Ernesto Sota, ya retirado como futbolista, jefe de la delegaciòn. Gaspar Vallejo serìa el àrbitro mexicano en el mundial y, despues del desayuno se anunciò quienes viajaban.
La selecciòn estaba conformada por jugadores de equipos no españoles y en un acto de caballerosidad, el Asturias organizò un encuentro contra la flamante selecciòn para recaudar fondos para los jugadores que asistirìan al mundial.
El pùblico se mostraba muy metido en el futbol, como nunca se habìa visto en Mèxico. La noticia de la llegada de un delantero peruano al Necaxa causò mas espectaciòn. Julio Lores, fino jugador con un talento para colocar balones en los lugares màs difìiles xomwnzarìa su andar en los campos aztecas.
El Amèrica comenzaba una timida renovaciòn de su plantel, contando ahora con Jorge Sota, hermano del goleador Ernesto, quien desde un principio demostrò que eso de hacer goles, era de familia.
Treinta largos dìas desde que tomaron el tren a Veracruz, en donde se embarcaron hacia Nueva York haciendo escala en La Habana. Ahì entrenaron hasta que se reembarcaron hacia la urbe de hierro lo cual les tomò una semana.
Desues de cinco dìas en Nueva York, finalmente embarcaron con rumbo a Montevideo junto al equipo norteamericano que viajò en el mismo buque.
Luego de 16 dìas de travesìa, la vista de la Bahìa de Rìo de Janeiro parecìa compensarlo todo. Ahì desembarcaron y pudieron entrenar hasta que el barco se reaprovisionò, reemprendiendo el viaje hasta su destino, al que llegarìan 27 dìas despuès de haber salido de Mèxico.
Los dìas previos al incio del torneo fueron de duros entrenamientos y de un frìo insoportable. Aun asì, la agradable recepciòn de los uruguayos y la ilusiòn de escribir la historia lo compensaban todo.
El sorteo para formar los grupos le concediò a Mèxico la distinciòn de inaugurar el torneo frente a Francia. Una vez conocidos los rivales, la delegaciòn sentìa que podìan hacer un buen torneo y se dieron a la tarea de prepararse para la gran cita con el destino.
enlace: Mèxico en el Mundial 1930
Desues de cinco dìas en Nueva York, finalmente embarcaron con rumbo a Montevideo junto al equipo norteamericano que viajò en el mismo buque.
Luego de 16 dìas de travesìa, la vista de la Bahìa de Rìo de Janeiro parecìa compensarlo todo. Ahì desembarcaron y pudieron entrenar hasta que el barco se reaprovisionò, reemprendiendo el viaje hasta su destino, al que llegarìan 27 dìas despuès de haber salido de Mèxico.
Los dìas previos al incio del torneo fueron de duros entrenamientos y de un frìo insoportable. Aun asì, la agradable recepciòn de los uruguayos y la ilusiòn de escribir la historia lo compensaban todo.
El sorteo para formar los grupos le concediò a Mèxico la distinciòn de inaugurar el torneo frente a Francia. Una vez conocidos los rivales, la delegaciòn sentìa que podìan hacer un buen torneo y se dieron a la tarea de prepararse para la gran cita con el destino.
enlace: Mèxico en el Mundial 1930