Durante los primeros días de junio, una serie de entrevistas entre los dirigentes de los clubes y de la federación de futbol parecían indicar que finalmente, habría un arreglo a los problemas del futbol.
Hubo una serie de encuentros amistosos entre los equipos y trascendió que el acuerdo entre los clubes no se podía dar por arreglado debido a que el Real España no había fijado aún su postura.
El 2 de agosto se efectuó un partido de homenaje para Gaspar Rubio celebrado en el Parque España y a la semana siguiente se realizaron mas partidos, ahora en el Parque Alianza lo que harìa presagiar que la paz había llegado.
Todo parecía estar listo para que se celebrara el campeonato 1931-1932 cuando se anunció la visita del Racing de Madrid para efectuar una serie internacional.
Pues bien, desde un principio se rumoró que la serie se había contratado entre el Real España y un promotor para poder pagarle a Rubio el dinero que le debían. Singular resultó el que Gaspar Rubio reforzara al Racing en su primer encuentro contra el Atlante.
Se programó un partido de revancha que terminó en una gresca colectiva. Atlante ganaba por 3 a 0 y los jugadores del Racing comenzaron a dar patadas que rápidamente fueron regresadas por sus rivales.
El calor subió a la tribuna y se desató tremenda campal entre los aficionados en el Parque Necaxa. Tuvo que intervenir la policía montada a calmar a los rijosos y al día siguiente, las autoridades capitalinas impusieron una fuerte multa al Racing por provocar el desorden.
Finalmente, se dice que la representación diplomática española en México sugirió al Racing a que acatara la multa y regresaran a España sin hacer más ruido. El España por su parte, protestó lo que consideró una arbitrariedad más y anunció su definitivo retiro de los campos de juego.
La Federación conminó al Real España a que rectificara, pero el club emitió un boletín en el que anunciaba su retiro, invocando el que no deseaban “seguir siendo la causa de los problemas entre los clubes y los aficionados”.
Los albinegros organizaron una comida en honor a los equipos mexicanos en la cual devolvieron la Copa Challenge que tenían en custodia y liberaron a sus jugadores para que se contrataran con el club que desearan.
Así pues, se cerraba un capítulo turbulento en el futbol mexicano y todo quedaba listo para el torneo 1931 – 1932.